Uno de los momentos más cruciales y tensos del fútbol, ​​que puede determinar el resultado de un partido, es el tiro penal. Una técnica correcta requiere estabilidad psicológica y el cumplimiento de las reglas específicas.

El balón se coloca en la marca de 11 metros (punto penal), justo delante de la portería, cuando el árbitro suena el silbato. Hasta que se ejecute el tiro, todos los jugadores, excepto el lanzador y el portero, deben permanecer detrás de la línea de gol y fuera del área. El portero puede caminar por la línea de gol sin avanzar hasta que el balón toque la línea, pero debe permanecer sobre la línea con ambos pies hasta que se ejecute el tiro.

Al acercarse al balón, el lanzador patea la portería en cualquier dirección. Está prohibido rematar justo después del tiro; solo se permite un toque. El jugador elige la dirección y la fuerza del tiro, utilizando ocasionalmente fintas con el cuerpo o el pie para confundir al portero. Sin embargo, no se puede detener completamente ni fingir pausas durante el tiro; esto se considerará una infracción.

La correcta ejecución de un penalti requiere concentración; se debe considerar la postura del cuerpo, la precisión de la carrera, la posición de la pierna de apoyo y el inicio del golpe. Los mejores futbolistas sugieren concentrarse en el portero y observar atentamente sus movimientos, además del balón, para determinar el ritmo y la trayectoria del tiro. El estado psicológico de una persona suele marcar la diferencia; la calma y la confianza ayudan a evitar errores provocados por la excitación excesiva.

Si el balón pasa por encima de la portería o el portero realiza una parada, el partido se reanuda según las reglas habituales (saque de meta o de esquina). Si se marca un penalti, el gol es válido. La ejecución correcta de un penalti requiere una combinación de técnica impecable, reflejos rápidos y fortaleza mental que solo se desarrolla con práctica y experiencia.