Aunque parezca un juego sencillo, el fútbol americano tiene numerosas sutilezas, sobre todo en lo que respecta a las faltas. Incluso los aficionados más entusiastas a menudo pasan por alto estas sutilezas. Los árbitros deben examinar detenidamente el comportamiento de los jugadores para discernir una infracción grave de una trampa o un simple golpe, ya que no todas las faltas en el campo van seguidas de una caída fuerte o un empujón explícito.
Las infracciones ocultas más comunes que resultan en faltas sutiles son zancadillas o contactos menores que no parecen amenazantes en su dinámica, pero que tienen un gran impacto en el resultado del partido, así como sutiles demoras con las manos o la camiseta al disputar la posición. Cuando un oponente salta a por el balón, puede usar astutamente para empujarlo ligeramente, bloquearlo sin hacer contacto físico o incluso obstruir su movimiento extendiendo cuidadosamente un brazo o una pierna. Todas estas tácticas rara vez son visibles para los espectadores, pero un árbitro atento detectará la falta de inmediato. Estas situaciones son particularmente delicadas en el área, donde cualquier pequeño detalle puede influir en si se sanciona un penalti o se detiene el partido.
Las infracciones relacionadas con manipular el balón tras la señal del árbitro tampoco son evidentes de inmediato; por ejemplo, posponer el tiempo intencionadamente o bloquear el balón durante el juego. Jugar con los tacos levantados, en el que el jugador no hace contacto pero supone un riesgo para el rival, es otra infracción frecuente. El árbitro puede sancionar falta o incluso sancionar al rival con mayor severidad si un futbolista exagera deliberadamente las consecuencias del contacto. Esto se conoce como simulación. Dado que el árbitro debe regular no solo el juego, sino también el entorno del campo, los jugadores que cometan estas sutilezas se arriesgan a recibir tanto una advertencia verbal como una tarjeta amarilla.
La gravedad de la sanción por infracciones no evidentes se determina por su impacto en el desarrollo del partido y el nivel de peligrosidad. La sanción más habitual es un penalti o un tiro libre, seguido de una tarjeta amarilla o incluso roja por comportamiento intencionado o infracciones reiteradas. En el fútbol contemporáneo, donde la velocidad y la habilidad suelen ser tan importantes como la fuerza, una de las principales responsabilidades tanto de los árbitros como de los jugadores es comprender e identificar estas infracciones sutiles. Además de prevenir la conducta antideportiva y mantener los altos estándares éticos del juego, esto mantiene el campo emocionante y competitivo.